Tras un largo descanso

Dormir durante tanto tiempo no me había sentado tan bien como yo había pensado. Me sentía totalmente desorientada y mi cuerpo estaba entumecido. Me acerqué a la cascada, esperando poder cazar algún animal. No me hacía ninguna gracia tener que cazar animales cuando la sangre humana me haría sentir mejor más rapidamente, pero necesitaba una cacería de verdad. Necesitaba despertar mis sentidos de depredador. Asi que me senté bajo un árbol y esperé, a pesar de que la paciencia no estaba entre mis innumerables virtudes.

Ladeé la cabeza y miré a mi acompañante de reojo.
-Buenas noches.-contesté sin alzar mucho el tono.
Volví a mirar al frente y cerré los ojos.

-Una eternidad.-contesté sarcástica.-Pero tú no debes de llevar mucho, ¿me equivoco?

-Hay más gente nueva, ¿verdad?-inquirí a pesar de saber que estaba en lo cierto. Nada más salir de mi habitación los olores de los nuevos inquilinos habían nublado mis sentidos momentaneamente, haciéndome sentir aún más perdida.

Me puse en pie para poder mirarla.
-¿Cuál es tu nombre?

-Amelia.-respondí.